La glándula tiroidea es una pequeña glándula situada en la base del cuello, debajo de la laringe, sobre la tráquea, y tiene forma de mariposa. Por ello, también se le llama "glándula mariposa". En la base del cerebro se encuentra la hipófisis, que segrega la hormona estimulante del tiroides (TSH). La TSH se encarga de que la glándula tiroidea produzca y libere tiroxina (T4), la hormona tiroidea más importante. Sin embargo, el cuerpo no puede utilizar esta hormona de esta manera y la mayor parte (alrededor del 60%) se convierte en triyodotironina (T3) en el hígado y otros órganos (20% en el intestino).
La glándula tiroides se considera la "glándula principal". No sólo produce importantes hormonas, sino que también ayuda a controlar el proceso de conversión de los nutrientes de los alimentos en energía utilizable para que el cuerpo trabaje. Dado que la tiroides desempeña un papel tan importante en el metabolismo, un mal funcionamiento puede afectar a casi todas las partes del cuerpo, incluidos los niveles de energía y la capacidad de quemar calorías.
Las hormonas clave producidas por la glándula tiroides también ayudan al hígado a descomponer el colesterol que circula por el torrente sanguíneo. La glándula tiroidea también puede estimular las enzimas necesarias para controlar los niveles de grasa de los triglicéridos; por lo tanto, los cambios en la función tiroidea conducen a problemas cardíacos.Si la tiroides es poco activa, su metabolismo se ralentiza, lo que puede significar que se sienta cansado todo el tiempo o que tenga dificultades para mantener su peso.
El estado de ánimo es especialmente sensible a los cambios en los niveles hormonales, por lo que algunas personas con hipotiroidismo sufren depresión, ansiedad, problemas de sueño y baja inmunidad. La tiroides ayuda a regular los mensajeros químicos llamados neurotransmisores que controlan sus emociones y señales nerviosas. Por eso, una tiroides desequilibrada puede suponer a veces cambios emocionales drásticos.