Dr. Sergio Hernandez Gutierrez
La mala salud intestinal puede suprimir la función tiroidea y desencadenar la enfermedad de Hashimoto, y la función tiroidea baja puede conducir a un intestino inflamado y con fugas. Cuando se presenta el síndrome del intestino permeable o leaky gut, grandes moléculas de proteína escapan al torrente sanguíneo. Como estas proteínas no pertenecen fuera del intestino, el cuerpo crea una respuesta inmune y las ataca. Los estudios muestran que estos ataques juegan un papel en el desarrollo de enfermedades autoinmunes como la de Hashimoto.
•También se sabe que las hormonas tiroideas influyen fuertemente en las uniones estrechas en el estómago y el intestino delgado. Estas uniones son áreas fuertemente asociadas de dos células cuyas membranas se unen para formar la barrera impermeable del intestino. Se ha demostrado que T3 y T4 protegen el revestimiento de la mucosa intestinal de la formación de úlceras inducidas por el estrés.
•Una función poco conocida de las bacterias intestinales es ayudar a convertir la T4 inactiva en la forma activa de la hormona tiroidea, T3. Alrededor 20% de T4 se convierte en T3 en el tracto GI, en forma de sulfato de T3 (T3S) y ácido triidotiroacético (T3AC). La conversión de T3S y T3AC en T3 activa requiere una enzima llamada sulfatasa intestinal, que viene de las bacterias intestinales saludables.
La disbiosis intestinal reduce significativamente la conversión de T3S y T3AC a T3. Esta es una razón por la cual las personas con una función intestinal deficiente pueden tener síntomas de tiroides pero resultados normales de laboratorio. La inflamación en el intestino también reduce la T3 al elevar el cortisol. El cortisol disminuye los niveles activos de T3 mientras aumenta los niveles de T3 inactivo.
Las paredes celulares de las bacterias intestinales, llamadas lipopolisacáridos (LPS), afectan negativamente el metabolismo de la tiroides de varias maneras:
•El estreñimiento puede afectar el aclaramiento hormonal y causar elevaciones en el estrógeno, lo que a su vez aumenta los niveles de globulina fijadora de tiroides (TBG) y disminuye la cantidad de hormonas tiroideas libres disponibles para el cuerpo. Por otro lado, la baja función tiroidea ralentiza el tiempo de tránsito, provoca estreñimiento y aumenta la inflamación, las infecciones y la malabsorción.
•Finalmente, una vesícula biliar lenta interfiere con la desintoxicación hepática adecuada y evita que las hormonas se eliminen del cuerpo, y el hipotiroidismo deteriora la función GB al reducir el flujo de bilis.
•Todas estas conexiones dejan en claro que no se puede tener un intestino sano sin una tiroides sana, y no se puede tener una tiroides sana sin un intestino sano. Para restaurar la función adecuada del eje intestino-tiroideo, ambos deben abordarse simultáneamente. El primer paso es siempre descubrir qué está causando la disfunció nintestinal.